Valores y respeto

¡Solo así me ven!, pasan por mi lado y piensan que soy un memo, un payaso, un espectáculo. He de subirme a ese punto kilométrico, no solo para que vean que existo sino para sentirme vivo. Sí, vivo. Si estoy sentado en la calle pasan por mi lado, sin mirarme, sé que mi aspecto desaliñado, le es repulsivo, ni me miran, soy menos que un papel tirado en la calle o un excremento de perro. Pero ahí en arriba les parezco un pájaro que va echar a volar, un saltimbanqui que les hará una gracieta. Sí un bufón, pero ¿qué me importa? ¿Pueden creerlo?, es ahí donde a pesar de todos los comentarios soeces que me dirigen me siento humano, quizás de tercera, pero humano al fin y al cabo.

Algún viandante deja caer sobre la manta que cubre mi cuerpo cuando estoy aterido de frío, alguna calderilla. A veces puedo comer gracias a esa mísera limosna que dan más por lavar su conciencia que por caridad. Como no, algunos hasta se desprenden de esa moneda que no sirve para nada y que de alguna forma ha llegado a su monedero por error, esos suelen burlarse cuando ignorante de mí le doy las gracias. Hay quienes me han contestado: imbécil esa moneda vale menos que tú, estaba hasta “los huevos de llevarla encima”. He sonreído y le he respondido: ¡Dios se lo pague! Recuerdo a uno que le ha cambió la cara, estoy seguro que entendió el mensaje, alguno otro se ha atrevido a encararse conmigo a pesar de ser el provocador él.

Uno se acostumbra a ser un despojo humano a la vista de los demás, pero nunca se ha de perder la dignidad, yo no tengo nada más que perder en esta vida. Una vida simplista, donde lo material te eleva de categoría, tanto tienes tanto vales. Cómo si aquellos bienes materiales que logramos obtener nos dieran la felicidad.

Podremos tener una buena casa, un buen carro, un buen empleo, una inagotable cuenta corriente en el banco. Pero una buena casa no es un hogar, un buen carro no es sino un postureo que hemos adoptado por conveniencia o presunción frente a los que nos rodean. ¿Un buen empleo? Cierto es que con él al menos podremos cubrir nuestras necesidades, pero mientras no trabajemos en aquello que nos gusta ¿no nos está restando felicidad?

La inagotable cuenta corriente en el banco, jajaja, todo tiene su fin. Se dé conocidos que fueron engañados, saqueados y despojados de todo su caudal por esposas y esposos egoístas y amigos envidiosos que solo buscaban en su amistad hacerse con la riqueza de aquellos a quienes alababan y decían ser amigos.

Yo estoy aquí, no, no me miren con compasión, ¿que saben de mí? ¿Cómo llegué a esta situación? tampoco viene al caso, todos, cada uno de nosotros en algún momento de nuestra vida tocamos fondo. El lugar en el que nacemos, ayuda mucho a salir a flote o a naufragar. Saben, aquí arriba en este punto kilométrico yo he aprendido a leer. Primero a leer el pensamiento del ser humano, lo que me llevó a querer aprender a leer y escribir. Rafael un compañero de la calle me pregunta que para que me sirve, si estoy igual que él.

Pondré mi empeño en salir a flote, quizás sea verdad que eche a volar desde este poste. ¿Les parece que mi miseria no me llevará a salir de mi situación? ¿Más han pensado ustedes que les hace mejor que yo? Seguramente no hemos tenido las mismas oportunidades, aunque no quiero justificar con ello mi estado, solo quiero hacerles ver que podrías ser tú y no yo quien estuviese ahí. ¿Entonces qué harías? Aquí quería llegar, la empatía, somos egoístas y no empatizamos con los demás, nos creemos mejor que aquellos que están en una posición inferior a la nuestra sin pensar podría tocarnos a nosotros vivir esa situación extrema.

Toma mi manta, metete en mi calzado, ponte mi lugar, subido a este poste, imagínate con ese aspecto desaliñado, no me ignores, no me compadezcas, piensa que podrías ser tú y trátame como lo harías contigo mismo, solo entonces entenderás que a cada uno nos ha tocado vivir una vida, diferente, sí, pero por alguna razón tú no eres más importante que yo, ni yo mucho menos que tú, solo será el tratamiento que nos den al final de la misma. Tu morirás y  quizás tu periódico local dirá murió Don  xxxxxxxxxxx xxxxxxxxxx xxxxxxxxx  tenía tal edad, su herencia pasará a manos de su esposa e hijos.

Yo seré una cifra más que añadir a las estadísticas: la ola de calor o de frío según sea el caso, han dejado este año un veinticinco por ciento de muertos más que el año pasado de indigentes sin techo que había en tal o cual ciudad.

Tú serás recordado por los tuyos, yo por los compañeros que queden cuando desaparezca, y te puedo asegurar que también como en tu mundo aunque no por hechos “tan importantes” como haber dirigido una empresa, o tener tal o cual fortuna, muchos de los nuestros son recordados mientras perdure la memoria. El tío “Jubo” es recordado y hace la friolera de ciento treinta y cinco años que falleció, cuentan que enseñó a leer y a escribir a muchos niños de la calle, muchos de ellos llegaron a ser policías, funcionarios municipales y hasta algunos pudieron ingresar en la universidad, llegando a ser magistrados, también algunos lograron ser empresarios de éxito que quisieron rescatar a al tío “Jubo” de la calle, pero él era feliz procurando dar un poco de felicidad y abriendo camino a quienes el mundo parecía tener de espaldas.

Si cada cual escribimos nuestra historia, no te lamentes de la tuya, ni te compadezcas de las de otros, simplemente, busca el modo de ayudar a los demás, de procurar que las oportunidades lleguen a todos, hacer como el tío “Jubo”, buscar tu felicidad en procurar hacer feliz a los demás. 

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